Este fin de semana voy a dar una charla sobre Fe y Ciencia en un campamento que hemos organizado con unos amigos, como vamos a estar viendo las estrellas con un telescopio que mejor manera de hablar un poco acerca del universo. Para empezar voy a poner un texto del libro Génesis que trata sobre la historia del cielo y de la tierra: “1:1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 1:2 La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas. 1:3 Dijo Dios: "Haya luz", y hubo luz. 1:4 Vio Dios que la luz estaba bien, y apartó Dios la luz de la oscuridad; 1:5 y llamó Dios a la luz "día", y a la oscuridad la llamó "noche". Y atardeció y amaneció: día primero”.
Es bastante interesante la forma como empieza la Biblia ha explicarnos el inicio de los tiempos, nos dice que en el primer día Dios creó la luz, y es justamente la luz propiamente dicha la que fue la inspiración para que Albert Einstein formulara la teoría de la relatividad. Es bueno saber que cualquier teoría física es siempre provisional, en el sentido de que sólo es una hipótesis hasta que se pruebe. Se rechaza una teoría cuando se encuentre una única observación que contradiga las predicciones. Una buena teoría está caracterizada por el hecho de predecir gran número de resultados por la observación (Karl Popper) y generar evidencias. El objetivo final de la ciencia es el proporcionar una única teoría que describa correctamente todo el universo. El método más común por los científicos es el de separar el problema en varias partes. Primero están las leyes que nos dicen cómo cambia el universo con el tiempo; segundo, está la cuestión del estado inicial del universo. Un tema de debate es si la ciencia sólo debería ocuparse únicamente de la primera parte, y dejar la segunda parte, es decir el estado inicial del universo a la religión. La Iglesia Católica a través del Papa en 1981 dijo que estaba bien estudiar la evolución del universo después del big bang, pero que no debíamos ser curiosos en el big bang mismo, porque se trataba del momento de la Creación y por lo tanto de la obra de Dios.
El método científico propiamente dicho nació en el siglo XIX sin embargo la curiosidad ha estado en la humanidad siempre. Aristóteles creía que
toda materia del universo estaba compuesta por cuatro elementos básicos:
tierra, aire, fuego y agua. Estos elementos sufrían la acción de las fuerzas:
la gravedad o tendencia de la tierra y del agua a hundirse, y la ligereza o
tendencia del aire y del fuego a ascender. Sin embargo Demócrito otro sabio griego sostenía que la materia era inherentemente granular y que todas las cosas
estaban constituidas por un gran número de diversos tipos diferentes de átomos,
pocos sabios creían en este último abordaje. Recién en el año 1803 el químico y
físico Jhon Dalton señalo que el hecho de que los compuestos químicos siempre
se combinaran en ciertas proporciones podría ser explicado mediante el
agrupamiento de átomos para formar unidades llamadas moléculas. Ya los griegos
tenían algunas posibles respuestas que poco a poco se fueron acumulando y
juntando con otras que provenían de diferentes civilizaciones, y es así que se
fue formando el conocimiento. Hasta ahora la pregunta fundamental para entender
nuestra realidad es: ¿cuáles son las verdaderas partículas elementales, es
decir los bloques básicos con los que todas las cosas están hechas? Actualmente
estamos muy cerca de poseer un conocimiento de los bloques fundamentales de
la naturaleza gracias a nuestra inteligencia, es decir la capacidad de observar,
entender y estudiar la realidad, es así que podemos interpretar nuestra inteligencia como
un regalo del Creador a sus hijos para que estos sean capaces de entender la
realidad. También somos curiosos, exploradores, y está en nuestro ADN el instinto de supervivencia para superar
nuestros límites ¿Sí hemos colonizado todo el planeta Tierra, llevando el
regalo más preciado qué es la Vida a todos los rincones, por qué no pensar como
católicos de este siglo de poder crear una civilización interplanetaría, y
llevar Vida a Marte a través de terraformizar dicho planeta? ¿Es posible
que nuestro rol en el universo sea de llevar Vida?
Sabemos por la ciencia que la materia de la Tierra está formada principalmente por protones y neutrones, que a su vez están formados por quarks. Pero no siempre tuvimos ese conocimiento, sino que fue un proceso de evolución intelectual en donde varias civilizaciones aportaron a construir poco a poco el conocimiento ¿Será que nuestro Creador quiere que poco a poco seamos capaces de entender nuestra realidad para que seamos maduros en la acciones que tomemos frente a dicho conocimiento? Aristóteles y Ptolomeo creían que la Tierra era el centro del universo. Laplace a principios del siglo XIX argumentaba que el universo era completamente determinista (se podría predecir los acontecimientos del universo si conociéramos el estado completo del universo en un instante de tiempo). En 1926 Heisenberg formuló el principio de incertidumbre (base de la mecánica cuántica): para poder predecir la posición y la velocidad futuras de una partícula, hay que ser capaz de medir con precisión su posición y velocidad actuales. El principio de incertidumbre marcó el final del argumento de Laplace, porque no se pueden predecir los acontecimientos futuros con exactitud si ni siquiera se puede medir el estado presente del universo de forma precisa. Más específicamente existe una dualidad entre ondas y partículas en la mecánica cuántica, nuestra realidad es aleatoria. Einstein decía: "El azar no existe; Dios no juega a los dados".
Para entender al universo, hay que saber que la gravedad no es una fuerza como las otras, sino que es consecuencia de que el espacio-tiempo no sea plano; sino que el espacio-tiempo está curvado o deformado por la distribución de masa y energía en él presente. La masa del Sol curva el espacio-tiempo de tal modo que a pesar que la Tierra sigue un camino recto en el espacio-tiempo cuatridimensional, nos parece que se mueve en una órbita circular en el espacio tridimensional ¿Teniendo todo esté conocimiento, podemos afirmar que existe una quinta dimensión en donde habitan seres consientes? ¿Existen civilizaciones más avanzadas donde el espacio 3D y el tiempo ya no son limitantes? ¿Será posible que haya civilizaciones que vivan en otros universos? ¿Es en esa dimensión donde se inicia la creación de nuestros pensamientos que nos llegan a nuestro cerebro?
En la teoría de la relatividad no existe un tiempo absoluto único, sino que cada individuo posee su propia medida personal del tiempo, medida que depende de dónde está y de cómo se muestra. La teoría de la relatividad implica que el universo debe tener un principio y, posiblemente, un final. La Iglesia Católica desde 1951 está de acuerdo con la teoría del big bang. La teoría de la relatividad general de Einstein predijo que el espacio-tiempo comenzó en la singularidad del big bang y que irá hacia un final, en la singularidad del big crunch. Aún no tenemos una teoría consistente completa que unifique la relatividad general y la mecánica cuántica, pero sí conocemos las características que debe poseer.
Una gran interrogante en toda la creación es: ¿Cómo llegamos a ser seres humanos? Las formas de vida primitiva surgieron en los océanos, posiblemente como resultado de combinaciones de azar de átomos en grandes estructuras, llamadas macromoléculas, las cuales eran capaces de reunir otros átomos del océano para formar estructuras similares. Las primeras formas primitivas de vida consumirían diversos materiales, incluyendo sulfuro de hidrógeno, y desprenderían oxígeno. Esto cambió gradualmente la atmósfera, hasta llegar a la composición que hoy tiene, y permitió el desarrollo de formas de vida superiores, como los peces, reptiles, mamíferos, y por último los seres humanos.
Para finalizar hay que preguntarnos: ¿Cómo eligió Dios el estado o la configuración inicial del universo? ¿Por qué eligió dejarlo evolucionar de acuerdo con leyes que nosotros podemos entender? Hemos evolucionado desde las cosmologías geocéntricas de Ptlomeo y sus antecesores, a través de la cosmología heliocéntrica de Copérnico y Galileo, hasta la visión moderna, en que la Tierra es un planeta de tamaño medio que gira alrededor de una estrella corriente en los extremos exteriores de una galaxia espiral ordinaria (en 1924 el astrónomo Edwin Hubble demostró que nuestra galaxia no era la única), la cual, a su vez, es solamente una entre las mil millones de galaxias del universo observable.
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